Lo
que les sucedía mientras dormían era solo un apagón de conexiones que hacían los
científicos para poder así recuperar los datos que durante el día no podían.
Aquella escena era perturbadora para cualquier persona que fuera bastante
sensible. Los tubos que les conectaban a la cabeza extraían un líquido de una
textura espesa y un color crema parecido al pus. Estos tubos iban a una especie
de filtro que limpiaba la sustancia y le quitaba la información necesaria que contenían y las llevaban a las computadoras.
Luego el líquido volvía al cerebro del fenómeno con una información filtrada. El
tubo que llevaba el líquido de un fenómeno tenía un escape que los científicos pasaron
por alto hasta ese momento, cuando la sustancia no pudo llegar al cerebro de
Raquel siendo un peligro para todos y para ella. Esto conllevaba una serie de
efectos en cadena. Si el líquido no llegaba al cerebro de su receptor, la
persona entraría en un estado de catástrofe llevándolo a la muerte o convirtiéndolo
en una persona completamente vegetal. El líquido se desparramo por todo el
lugar y la especie de pus se adhirió al suelo haciendo de esta una mezcla
pegajosa y resbaladiza. Rápido se activó la alarma y el equipo de salud fue a
limpiar y asegurar el perímetro. Aquello era peligroso para todos, pero la
doctora decidió no abortar la misión y continuar con los estudios. La pobre
Raquel calló en un estado de convulsión severa, pero por
suerte no le ocurrió lo que se supondría que pasara. Esta se levantó y se desprendió
de toda la maquinaria y atacó a uno de los científicos. Su pelo estaba alborotado
y sus pupilas muy dilatadas, ella no sabía dónde estaba y todo lo que le
rodeaba era peligro. Sus poderes se activaron y su pelo se prendió en fuego,
mientras que sus manos parecían antorchas vivas. Comenzó a lanzar bolas de
fuego por todo el recinto y las personas corrían despavoridas. Sus ojos se
tornaron completamente oscuros y de su espalada le salieron alas. La Doctora
Marcel observaba todo desde su oficina en la esquina superior del recinto y
cubierta por un cristal blindado. Raquel miro hacia el techo mientras lanzaba
una bola de fuego que consumía parte del mismo y ella salía volando tras aquel círculo
que ardía, pero no llego tan lejos antes que la doctora encendiera la cajita
cerebral haciéndola caer como pájaro cazado por un cazador experto. El pelo de
la chica ahora soltaba volutas de humo que se consumían en aquel aire lleno de tensión.
Un equipo especial de seguridad llegó y le inyectaron un tranquilizante a
Raquel, mientras le colocaban unas esposas algo extrañas en forma circular, que
le impedía mover sus manos. La doctora desconocía que el fenómeno tenía alas así que
la llevaron a un laboratorio para examinarla. Raymond sabía que era una mutación
por los ejercicios que les estaban haciendo. Mientras todo en el recinto era un
desastre, en otro lugar comenzaba otra prueba.
En
la isla el crujir de aquel metal se hacía más fuerte, era el mismo sonido que
hacen los submarinos cuando bajan a las aguas profundas y la presión del agua
es muy fuerte, y se siente ese sonido que pone la piel de gallina. Todos
despertaron, pero no encontraron a Raquel, lo cual por primera vez sintieron el
miedo y el desconocimiento. La doctora estaba muy ofuscada con la chica que olvido
dar la señal para que manipularan un recuerdo. Este era el momento que Charlin
y Raymond esperaban, esta era la chispa que encendía la leña verde, haciendo
una capa de humo que los atraparía a todos. La chica miro a su amigo, mientras se guardaba la cuchilla que arruino la manga del tubo y sonrió,
este le devolvió la sonrisa y con un asentamiento de cabeza se desplazó hasta
un botón de un color verde, esto era lo que continuaba. La Doctora había olvidado
dar la orden de paralizar todo, por lo que el científico librándose de toda culpa y con
algo de mala fe, continúo con su trabajo, presionando el botón, lo que hacía
era desplazar a la isla los llamados “Fost” que eran una especie de humanos,
pero hechos en computadoras. Eran una especie de hombres robóticos que causaban
algo de temor por su estructura física, eran altos, con unos pies muy grandes y
uno de sus dos brazos era en metal y tenía alguna arma. Algunos tenían una
especie de alicate, otros alguna lanza o punta filosa, muchos unos dedos mecánicos
que no median su fuerza al agarrar los objetos, su jefe era el único que tenía
la capacidad de cambiar el arma y podía tener la que él quisiera. En los ojos
de los Fost no podías ver nada, pues eran robots y carecían de toda la esencia,
pero había uno que si tenía diferencia ante todos. Era un Fost un poco más bajo
que los demás, solo por algunos centímetros. Esto lo hizo Raymond con su
conocimiento en el campo de la robótica y era el que llevaría el mensaje. Lo
infiltro para que su misión fuera viento en popa. Cuando este activo a los Fost
la Doctora pegó un grito, pero ya era tarde. Ella misma había hecho que los científicos
no pudieran revertir la misión una vez activada. Ya no había marcha atrás y los
humanoides salían del Tupzi.
Los
fenómenos salieron a la playa en búsqueda de Raquel. En la vanguardia iba Murray
que expulsaba de su cuerpo una luz fluorescente pareciendo un palito de esos
que alumbran en la noche. En la retaguardia iba Ricardo con la misma
apariencia. Mientras que el grupo miraba a su alrededor y activaban sus
respectivos poderes. Una de las chicas descubrió un poder nuevo y se asombro de que desde su mano expulsara un haz de luz como una linterna. Muchos otros irán descubriendo
sus poderes a través del tiempo. El crujido de metal se detuvo de momento, dando
a su paso un silencio que no duro mucho pues desde la cima del volcán se escuchó
un grito desgarrador y gutural proveniente de un Fost. Todo el grupo volteo a
ver y vieron a tres de ellos en la cima. No sabían lo que eran, pero sospechaban que
eran peligrosos.
-Tenemos que protegernos.- dijo Francisco.-
no podemos correr riesgo. Sé que algo extraño ha sucedido. Debemos buscar a
Raquel y ver que está pasando.
-Coincido contigo. Debemos ver que es lo
que sucede. Esto no está bien.- le dijo Murray mientras convertía una hoja del
suelo en una mochila color verde.- Debemos buscar conque protegernos, no
estamos seguro en la selva, vayamos a la playa y allí armaremos un plan.
-No nos distanciemos muchos y si alguien es
atrapado por los…- Miranda se quedó en silencio pues no sabía el nombre de los
humanoides, pero pronto lo recordó.- Fost, griten y Carla los escuchara.
Carla era una chica menuda, con apenas 16 años que tenía un oído muy
sensible y que sus poderes provenían de los animales. Tenía vista de águila,
trepaba como un mono, tenía la fuerza de las hormigas y muchas características
más.
La
Doctora Marcel fue directo a donde Raymond.
-¿Porqué encendió usted el botón de los Fost, sabiendo que estábamos en
una situación de emergencia?- le pregunto la Doctora, mientas no le quitaba el
ojo de encima.
-No habíamos
abortado la misión, esa fue su orden. No recibí una orden contraria. Así que continúe
con la misión.
-Bien.-
fue lo que Raymond recibió de Marcel.- pero si me entero de que lo hizo con
toda intención. Ya sabe que le puede suceder. ¿Verdad?-
Raymond
sabía muy bien lo que le ocurría a los que intentaban ir en contra de la organización.
Ya habían perdido a mucho de sus amigos en manos de la doctora. Los desterraban
a la ciudad y esta no era nada buena desde un tiempo para acá, luego de la
tormenta que se desato y dejo a las personas algo trastornadas.
Raymond
trago hondo y contesto con un firme sí. El no flaquear le dio a la doctora un
poco más de confianza.
-Continuemos
entonces.- dijo la doctora, mientras se iba a su oficina.
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